Las municiones en Racimo son municiones diseñadas para dispersar o liberar submuniciones explosivas, las cuales pueden ser lanzadas desde aviones o por artillería de fuego. Estas bombas pueden dispersar cerca de 600 submuniciones en una zona de mas de 30.000 m2. En algunas ocasiones, las submuniciones no estallan al caer quedando expuestas a explotar en medio de la población civil. Por lo tanto, las municiones en Racimo constituyen un arma de guerra excesiva que causa daños innecesarios a la población civil. A partir de la firma de la Convención sobre municiones en Racimo, Colombia inició el proceso de destrucción de las bombas ARC-32 y CB 250K en poder de la Fuerza Aérea , las cuales se utilizaban para destruir pistas clandestinas del narcotráfico y atacar campos de terroristas. El objetivo de esta Convención es eminentemente humanitario y en este instrumento jurídico subyace la preocupación por aumentar la protección de los civiles frente a los efectos de los restos de municiones en Racimo