Los objetivos de esta estrategia apuntan a elevar los ingresos de los productores, a la generación de más empleos directos e indirectos en las zonas rurales, a diversificar las oportunidades de desarrollo productivo y generar nuevas fuentes de ingresos que contribuyan a la reducción de la pobreza y de las desigualdades sociales, conservando la capacidad productiva de los recursos naturales. Para ello las políticas de desarrollo rural y de tierras deben contribuir a facilitar el acceso de la población rural de bajos ingresos a la propiedad de la tierra, a los instrumentos de inversión y de financiación, a la tecnología y a los demás servicios productivos.