En sus catorce años de historia, la Cumbre Iberoamericana ha logrado consolidar una comunidad basada en profundos nexos históricos y culturales, fundada en la convergencia de intereses e ideales, y potenciada por un espíritu de amistad y cooperación que la distingue en el escenario internacional.
La Cumbre ha adoptado como propios los principios de la democracia y la justicia, la defensa y promoción de los derechos humanos, la no intervención, el desarrollo económico y la solidaridad, convirtiéndolos en los pilares fundamentales de este mecanismo sobre los cuales busca hacer frente a los retos y desafíos que depara una sociedad internacional en permanente transformación.
Es así como se ha ido forjando un pensamiento iberoamericano, donde la convergencia de ideales, principios concensuados y temáticas afines marca pautas de acción para la interlocución en el ámbito internacional, a fin de concretar propuestas de impacto y beneficio para la comunidad iberoamericana.
A lo largo de todo este proceso la Cumbre Iberoamericana ha demostrado su utilidad como foro privilegiado de comunicación y contacto entre los Jefes de Estado y Cancilleres de la región para abordar temas que son de interés común, y propiciar soluciones propias y apropiadas a los problemas de la región